A Emilie el nivel de azúcar en sangre le había subido de manera increíble, de forma que creía que de un momento a otro explotaría. Desde que Dorian y Danny empezaron a salir, su amigo se empeñaba en quedar con ella todas las tardes.
domingo, 24 de enero de 2010
[6] Rutina
A Emilie el nivel de azúcar en sangre le había subido de manera increíble, de forma que creía que de un momento a otro explotaría. Desde que Dorian y Danny empezaron a salir, su amigo se empeñaba en quedar con ella todas las tardes.
viernes, 22 de enero de 2010
[5] Recuerdos
“Es una pena que Emilie se haya tenido que ir tan de repente” pensó Dorian “Me hubiera gustado que se quedara más tiempo”.
Los chicos continuaron su paseo dados de la mano, entraron en diversas tiendas, ojearon algunos escaparates y finalmente, cuando el sol desapareció y comenzó a llover, decidieron entrar en un café. El local era pequeño, pero sin ser agobiante, se podría decir que era acogedor, tenía pequeñas mesas redondas y altas acompañadas de un par de taburetes negros cada una. De fondo podía escucharse música de jazz que salía de un par de viejos altavoces situados en paredes opuestas del pequeño café. Los chicos se sentaron en los taburetes deuna mesa situada cerca de una gran cristalera que permitía ver el exterior. Una camarera joven les atendió, pidieron un par de cafés y esta volvió detrás de la barra. Danny tomo la mano que Dorian tenía sobre la mesa entre las suyas.
-Creo que a ella no le caí muy bien…- comentó Danny
-No seas tonto, le has caído muy bien, además, es mi mejor amiga, se alegra mucho por mí- Dijo Dorian con una sonrisa.
-No sé, la noté distante, creo que no le gusto que yo haya venido- en la voz de Danny había una nota de preocupación.
-No digas tonterías, es sólo que a ella no le gusta mucho conocer gente nueva- y tras esa frase Dorian se inclinó para besar a Danny.
•••
Eran ya las doce y media de la noche y después de haberse despedido de Danny, Dorian serpenteó un buen rato entre las calles de la pequeña ciudad hasta la salida de la misma. No se dirigía a su casa, hoy debía hacer otra cosa antes. Aunque había dejado de llover ya hace un buen rato, los charcos continuaban dispersos por las calles, y el viento que corría ahora creaba pequeñas olas en ellos. Dorian caminaba despacio, con las manos en los bolsillos de su sudadera y la capucha tapándole la cabeza, andaba con la cabeza baja, observando el suelo que pisaba.
En su cabeza un ciclón de pensamientos le alteraban la mente, pensaba en las palabras de Danny sobre Emilie ¿realmente a ella le habría molestado que le presentara a Danny? Dorian sabía perfectamente que a Emilie no le gustaba nada conocer a gente nueva, pero Danny era su novio, no se trataba de alguien sin importancia, era la persona a la que amaba de verdad, a la persona que quería tener junto a él, Emilie debería entender eso. En la mente de Dorian también se encontraba la imagen de Danny, él era todo lo que Dorian podría desear en una persona, le hacía tan feliz… Dorian creía que no sabría como vivir sin él ahora que la tenía.
Un pensamiento más se coló en su mente, era una mujer de cabello rojo oscuro y rizado en una larga melena, unos ojos verdes que recordaban a los de una serpiente y una tez blanca. La delgada y alta mujer miraba a Dorian con malicia desde sus pensamientos, tenía una sonrisa fría y una expresión calculadora. Dorian conocía perfectamente a esa mujer, sabía que tramaba y conocía perfectamente su vida, no era otra que Katherine, su madrastra. Katherine había llegado a la vida de Dorian hace unos ocho meses, cuando el padre de este la trajo a casa y la presentó como su novia, tres meses después se celebró la boda con un convite por todo lo alto.
Otro nuevo pensamiento se hizo hueco en la cabeza de Dorian, era otra mujer, pero esta era totalmente distinta. La nueva inquilina en los pensamientos de Dorian era morena, con el pelo liso y unos ojos azules que parecían dos espejos que reflejaran un cielo totalmente despejado. La mujer llevaba un vestido blanco de gasa que ondeaba con el viento, Dorian se vio reflejado en esa mujer en aquella persona que había compartido tantos buenos y malos momentos con él, su madre estaba ahora en su pensamiento.
Dorian salió de su ensimismamiento, ya había llegado a su destino. El muchacho se encontraba ante unas grandes puertas de hierro negras, en lo alto, unas letras coronaban la cancela, en ellas podía leerse “Cementerio Municipal”. Pese a que las puertas estaban cerradas, Dorian conocía perfectamente la forma de entrar, el mismo vigilante del cementerio le mostró la manera de hacerlo años atrás. Empujo un poco la puerta a la vez que la levantaba y esta se abrió silenciosamente, el chico pasó y volvió a cerrar la puerta tras de si.
Caminó entre las distintas sepulturas sin pararse a observar ninguna en concreto, después de recorrer algunos pasillos de lápidas, Dorian llegó al centro del cementerio, donde había un pequeño claro, rodeado por algunos cipreses, en el centro del claro se erguía una estatua de piedra de un ángel apuntando con su dedo índice al cielo y apoyado sobre un enorme ataúd de piedra. Dorian se acercó al gran ataúd y con la manga de su sudadera sacó brillo a la inscripción que rezaba “Aquí yace Elizabeth Taylor Lambert, una gran esposa, madre y amiga 1972-2005”. Dorian apoyó su espalda sobre la tumba de su madre y echó la cabeza hacia atrás, las estrellas brillaban de una forma especial aquella noche, y la luna emitía un haz de luz espectral.
Dorian comenzó a imaginar la cantidad de cosas que hubieran pasado en estos últimos cinco años si su madre aun viviese, hubiesen podido ir de vacaciones a muchos sitios, habría podido conocer la noticia de su homosexualidad y habría podido conocer a Danny, Dorian estaba seguro que a su madre le hubiera encantado él, pero lo más importante, es que Dorian sería feliz porque su madre estaría junto a él para apoyarle en todo, pero esos felices pensamientos fueron desalojados por uno más inquietante, las extrañas circunstancias de la muerte de su madre. Dorian recordaba los informes que pudo ver a escondidas, la reconstrucción de la escena del crimen y las imágenes que la policía tomo del cadáver una vez que fue encontrado. Aun así, debido a la falta de pruebas, criminal y móvil, el caso fue cerrado sin hallar culpables.
Los párpados de Dorian cada vez pesaban más y más hasta que finalmente, calló en los brazos de Morfeo
jueves, 21 de enero de 2010
[4] Ira
miércoles, 20 de enero de 2010
[3] Sorpresas
-Hacía mucho que no sabía de ti- dijo Emilie con algo de pena en la voz
- Sí, perdona, es que me han sucedido algunas cosas…y… no he tenido mucho tiempo…esto…ya sabes-se disculpo Dorian
-¿Ya sé?- interrogó la chica algo confundida- ¿saber qué?
- Jajajajaja- La sonora carcajada de Dorian hizo que a Emilie se le crispara un poco el rostro, pero al ver la sonrisa de Dorian, es crispación desapareció como arrastrada por una inexistente brisa.
-¿Y bien?- insistió la joven
-¿Damos una vuelta? Hace un día precioso…- y mientras dijo esto, Dorian levantó la vista al cielo mientras sonreia tiernamente, Emilie no podía mirar a otro lado, su vista estaba clavada en él-… ¡no te quedes ahí ensimismada!¡Voy a echar raíces!- y Dorian acarició el rostro de Emilie.
Los dos jóvenes comenzaron a caminar, conversando sobre diversas cosas cuando Dorian se detuvo en seco.
-¿Por qué te paras?- Interrogó Emilie
-Tengo que presentarte a alguien- y mientras hablaba lo hacía mirando fijamente a algún punto entre el gentío.
Emilie escudriño en busca del origen de la mirada de Dorian, no pudo ver nada que le llamará la atención, había mucha gente, gente ataviada con bolsas de las tiendas cercanas, niños que paseaban junto a sus mamás de la mano de estas, adolescentes que como ellos, daban paseos en grupos y un joven que caminaba solo y a buen paso.
-¿A quién esperamos?- Preguntó Emilie desconcertada mirando a Dorian
-Tienes la respuesta ante ti- Dijo Dorian con una sonrisa
El chico que caminaba a buen paso se encontraba ahora parado delante de Dorian, paso sus manos por la cintura de este y le beso tiernamente en los labios. Emilie se quedó paralizada, no sabía como reaccionar, cuando ambos jóvenes se separaron, Emilie pudo ver con más atención al recién llegado, era tan alto como Dorian, rubio, unos preciosos ojos verdes y una deslumbrante sonrisa.
Dorian acarició el rostro del chico, notó bajo sus manos sus cálidas mejillas, los ojos del chico se cerraron al sentir el contacto con las manos de Dorian. Dorian separó una de las manos del rostro del chico y la coloco en la espalda de este, le apreto contra su cuerpo y volvió a besarle. Tras esa fracción de segundo, Dorian se volvió hacia la anonadada Emilie.
-Emilie, te presento a Danny, mi novio- y Dorian le dirigió a Danny una mirada totalmente embelesada
sábado, 16 de enero de 2010
[2] Emilie
martes, 12 de enero de 2010
[1] Dorian
El silencio fue roto por el chirriante sonido del reloj digital, eso sólo podía indicar que eran las nueve en punto de la mañana. Se reincorporó para sentarse en la cama y tanteo el suelo en busca de las zapatillas, se levantó y tomo algo de ropa limpia, se dirigió al a la puerta que abrió y le llevó al largo pasillo de paredes celestes, se encaminó al baño, donde se dio una rápida pero relajante ducha caliente. Tras secarse, ponerse unos vaqueros, una camiseta negra y una sudadera blanca, se encaminó a la cocina, donde Katherine, la nueva esposa de su padre, había preparado un desayuno a base de tortitas y zumo de naranja.
-¿Hoy no trabajas?- preguntó a Katherine justo antes de tomar un trago de zumo.
-No,¿no reuerdas que hoy voy a buscar a tu padre al trabajo para irnos después a “London”?- Katherine no podía ocultar su terrible acento londinense.
-Sí, es cierto, lo olvidé- Contestó con desgana.
-¿Tú irás con esa chica…?¿Cómo se llamaba?-
-Emilie- y arrojó una mirada de desdén
Se levantó de la mesa y salió de la cocina antes de que Katherine pudiera seguir con su interrogatorio. Ciertamente no podia quejarse de ella, no se había portado mal, pero no podía negar que el vacío que su madre había dejado jamás podría ser llenado por una snob encalzada en botas de Prada. Se encaminó al baño y se colocó ante el espejo, un chico joven de unos 18 años, cabello nego y ojos azules le devolvió la mirada, se podría decir mucho de la mirada de aquel chico, se podría decir que aquel chico lo tenía todo en la vida, que era un triunfador, nadie diría que ese mismo chico de piel clara había tenido tantos problemas hace hoy justamente un año. Terminó de arreglar su pelo, salió del baño y tras un simple “adios” dirijido a Katherine tomó la puerta de salida que conducía al rellano donde cogió el ascensor que le llevó hasta la planta baja. Tras salir del edificio de viviendas donde residia, comenzó a caminar calle arriba hacia el punto de encuentro con Emilie .
Tras un breve trayecto, llegó hasta el lugar donde se habian citado. Ella ya estaba allí, estaba realmente preciosa aquel día, reconoció en ella aquella mirada de hace un año, cuando ocurrió el incidente. El hecho que alteró su vida no fue otro que la hipocresía, la falta de tolerancia y una serie de pensamientos un tanto arcaicos. El detonante de todo, el ojo del huracán, no fue otro que la confesión de su homosexualidad. Sí, él es gay, y está orgulloso de serlo, pero a sus amigos no les pareció tan bien y no se bastaron con dejar de hablarle sino que además le hicieron la vida imposible. Ella fue la única que estuvo ahí todo el tiempo, la única que no dejo ni un momento de tenderle la mano. Y ahora, una vez más, un año después de aquel fatídico día, ella se encontraba ahí, sentada en el banco, esperándole.
-¡Hola Dorian!- dijo ella
-¡Hola!¿Damos una vuelta?- propuso Dorian con un guiño.